domingo, agosto 03, 2014

Carne... y viento

Espirales sobre la carne
Espirales en la carne

Mi deseo es un nudo de noches largas... y el tuyo? -pregunto mientras te estiras en la cama despojada de inhibiciones.
¿Cuántas mujeres conoces caídas de una estrella? -esquivas la respuesta y acompaño tu descenso.
Solo conozco una que haya caído del Cielo -miente mi desnudez,  ya recostada a tu lado.

He acertado la respuesta: me ofreces el cuello y descubro una espiral tatuada tras la oreja. Su escapatoria apunta hacia abajo. Succiono la tinta de esa sagrada inscripción.

¿Te gusta la carne de la granada? -sonríes sin pudor.
Sigue la línea que escapa de mi espiral -añade un sensual susurro.

Busco algún rastro de esa trayectoria sobre el mapa desnudo de tu piel... pero no lo encuentro. Entonces imagino el camino que desearían marcar mis besos en tu geografía... y lo inicio.

Me recreo en un alto y mi sed erige una fuente en la cual otro hijo de Dios beberá. La brisa de tu expiración se entrecorta y acelera.
Vacío mis besos en el valle por el que tu madre, ahora también mía, te alimentó. Tu respiración se arremolina como fuego en libertad. 
Me detengo allí donde el granado entrega un fruto ya maduro. El aire que exhalas se viste de vendaval... y recuerdo el nombre de ese viento.

Mi deseo se desnuda bajo una noche nítida. Al amanecer, lo visto con mi oscuridad.

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