sábado, octubre 06, 2012

La cuna del nuevo Prometeo

Villa Diodati: La cuna del nuevo Prometeo
El antiguo Prometeo robó la llama divina que moraba en el plexo solar de Zeus.

Con aquella llama, contenedora de la voluntad y la energía de los Dioses, Prometeo dio forma a la raza de bronze, aquella cuya descendencia habita actualmente la tierra.

La dorada fue la primera raza. Acabó sin descendencia y se extinguió. La plateada fue la segunda. Acabó desterrada en los infiernos. La arcilla y el calor del fuego modelaron la tercera.

No obstante, Prometeo tuvo que tributar por su osadía. Quien encoleriza a los Dioses, debe pagar por ello. La maldición es el tributo y el castigo su expresión.

El nuevo Prometeo fue tallado por la imaginación de Mary Shelley y el remar de un viento. Éste, en la forma de un irreverente científico, volvió a contravenir la facultad de los Dioses.

Pero en este caso, la condena atravesó la dualidad incorpórea de la tinta y el papel, para perseguir a la autora en vida, traspasando cunas y tumbas.

El rastro trazado por el serpentear de una pluma es silencioso y desgarrador. Tan silencioso como una serpiente inoculando la maldición de su mordedura. Tan desgarrador como un águila picoteando la oscura carne que sublima nuestra llama.

Tal es el potestad de los Dioses, tal es la sentencia para aquellos que imaginaron robar su llama.


Quien ha tenido el poder para escribir su destino, debe tener el coraje para aceptarlo. (Remando al viento)
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